Premiere November 21st-23rd 1997 - Desviaciones, Madrid, Spain. Second series of the ’distinguished pieces’. Duration: 60min Written and Directed: La Ribot. Performer: La Ribot. Lighting Design: Daniel Demont. Divana costume, 19 esquilibrios y un largo costume & Angelita wings: Pepe Rubio. Music: Erik Satie, Javier Lopez de Guereña, Rubén Gonzalez, Carles Santos. Produced by La Ribot, Supported by INAEM, Ministry of Culture of Spain and the collaboration of ICA, Live Arts, London, Danças Na Cidade, Lisbon, and the distinguished proprietors. An Artsadmin associated project.
Espectáculo/ Danza/ Teatro
Más distinguidas incluye las Piezas distinguidas números 14 a 26 y se estrenó en octubre de 1997 en Madrid. Sigue el patrón establecido en las primeras piezas distinguidas de 1993-94: todas las piezas son breves, comienzan con la intérprete desnuda y en la mayoría de ellas un objeto o prenda de uso cotidiano sirve de motor para las acciones que se desarrollan. La escritora Irène Filiberti señala que en las Piezas distinguidas La Ribot presenta su propio cuerpo como un objet d’art: “a la vez como sujeto de estudio y como materia viva”. Eso es cierto en relación con todo el proyecto, pero, si comparamos la primera serie de Piezas distinguidas con Más distinguidas, vemos un cambio de táctica: el desajuste entre los objetos inanimados y el cuerpo de la intérprete en vivo, latente en las piezas de 1993-94, resulta mucho más visible.
En Manual de uso (pieza número 20), 1997, La Ribot crea una confusión especialmente irónica y divertida entre los cuerpos y la materia inanimada. La Ribot lee una lista de instrucciones de funcionamiento extraída de manuales de productos de consumo e intenta luego aplicarlos a su propio cuerpo. Algunas son vagamente realizables mientras que otras llevan a maniobras absurdas e incluso arriesgadas. Un germen de duda se va imponiendo: ¿realmente controlamos los objetos que nos rodean, o son ellos –más probablemente– los que nos controlan a nosotros? Narcisa (número 16), 1996, implica otro tipo de confusión, esta vez entre las imágenes y lo real. La Ribot hace fotos polaroid de sus pechos y su pubis y luego pega las tres imágenes sobre las tres partes del cuerpo representadas. Al ocultar y revelar a la vez su cuerpo desnudo, las fotos desarrollan gradualmente y apuntan ingeniosamente hacia dos relaciones igualmente cargadas de tensión: entre realidad y representación y entre feminismo y la representación del cuerpo femenino.
Si Narcisa contiene una alusión a Magritte y su pipa, Divana (número 25), 1997, se divierte con la obra de Yves Klein y John Cage. Vestida con un estrafalario conjunto de traje y peluca de color azul aguamarina, La Ribot se sienta en escena con un minúsculo ventilador y un cronómetro accionados por pilas y exhorta al público a intentar cuatro minutos de inmovilidad. El primero es para “reflexión”, el siguiente para “meditación”, el tercero para “contemplación” mientras que el último es simplemente un “silencio”. Cada una de las definiciones de La Ribot provoca una carcajada, pero tienen un trasfondo crítico. Cuando Klein, en 1957, colocó distintos precios en un grupo de monocromos idénticos, explicó que reflejaba la “sensibilidad pictórica” específica de cada obra, sin dejar claro si el gesto era un caso de sinceridad basada en la confusión mental o una treta vanguardista. Divana de La Ribot recurre a ese tipo de argucias autorales y sugiere un escepticismo más general sobre el artificioso espiritualismo en una buena parte del arte de la performance. Tal como lo entendía Cage, el silencio no necesita ninguna pátina trascendental para ser un objeto estético válido. A través de cada uno de los silencios de Divana, el pequeño ventilador sigue zumbando lealmente: un “sonido ambiental” artificial que subraya la referencia cagiana más afectuosa de la pieza.